Para quienes no esten familiarizad@s, Stabat Mater es el nombre de un himno catolico medieval que refleja la imagen de Maria al pie de la cruz de Jesucristo hasta que este es finalmente muerto por la lanza de Longinos y reflexiona sobre esa madre que contempla y vive el sufrimiento y la muerte de su hijo. El texto empieza en latin con las palabras «Stabat Mater dolorosa» (Estaba la Madre dolorosa).
Si existe un equivalente contemporaneo a la figura de esa madre dolorosa es sin duda alguna el de las Madres de Mayo argentinas, con el agravante de que estas ni siquiera han podido estar al pie de la cruz de sus hijas e hijos. Y el caso es, que por extraño que pueda resultar que una madre pueda desear contemplar la tortura y muerte del fruto de su vientre —para las que no hemos parido—, para una madre el poder acompañarle en el dolor es al tiempo un privilegio y una necesidad emocional.
Esta reflexion, que me encantaria poder atribuirme al cien por ciento, nace de un «encuentro» con el ultimo trabajo de Susana Guzner, un articulo en torno al reciente estreno de la opera Estaba la madre de Luis Bacalov en el Teatro Argentino de La Plata.